Algunas veces



Como hoy, me he preguntado, ¿qué es lo que me hace quien soy? ¿Qué es lo que llevo por dentro? ¿Quién creó todo esto? ¿Quién? ¿Cómo es que llegamos a todo esto? ¿Cómo fue que nos inventamos todo esto? Y no me confundo. Simplemente lo pienso en la serenidad de mi altar. De mi espacio sagrado. De mi mujer interna recordando. De mi espíritu queriendo también encontrar sentido. Sentidos. A las experiencias escogidas. Y he escogido unas bastantes particulares. Hay veces pienso que hubiera sido más fácil quedarme en donde estaba. No salirme de ahí. Respirar profundo y quedarme. Pero no. Mi naturaleza no es esa. Es otra. Es esta. Cambiante. Necesitada de convertirme en algo más. Mucho más. Y para eso, un día sentí que hacía lo correcto y lo hice. Y una noche tomé una decisión super trascendental. Y otra noche mirando esas estrellas en donde parece que todo estuviera escrito retorné. Y un atardecer con extremo frío decidí volver a mi verde. Y hace poco, en medio del atardecer mas hermoso que jamás haya visto mi espíritu nuevamente sintió esa plenitud cuando reconoces el verdadero amor. El propio. Ese que te aleja del miedo. Ese.





Porque algunas veces tenemos que seguir ese camino que nos dice el corazón. Y ojalá que no nos hiciera daño. Pero hay veces lo hace y uno queda después paralizado de terror porque la decisión pareciera que no fue la correcta. La precisa. La que era. Que no era el camino. Pero ya no hay vuelta atrás. No podemos ni detener el tiempo ni devolverlo. Solo mirar adelante. Y entonces todo se torna confuso. Pero es hermoso porque es. Y al final, las experiencias que hemos escogido son justo eso, experiencias. Y las debemos atesorar porque son ellas las que nos hacen quienes somos. Y somos una bendición. Así no más. O sea, que por más dolorosas que estas sean, son quienes nos moldean y definen. Y si lo que ven en el espejo es lo que les gusta ver y ven en sus propios ojos ese ser interno que aman y se reconocen y ven en el fondo de sus ojos la verdad de lo que reflejan y eso que sienten, entonces las experiencias son las justas. Son auténticas.





Algunas veces pienso que no es así. Pero tengo la certeza de que sí. De que somos lo que pensamos y sentimos. Eso me brota por la piel. Me brota a millón y no puedo ni esconderlo. Soy espontánea por naturaleza y serlo me ha dado los mejores regalos. Me ha quitado también algunos. Pero los he devuelto con amor. Porque ciertamente no me pertenecían. Ni yo a ellos. Ser espontáneos nos quita años de encima. Al menos espiritualmente. Nos quita arrugas en la piel. Nos quita el miedo. Porque tengo ese placer de no haber aparecido a la repartición de éste y mi vida la he vivido en la belleza del amor. Porque donde no hay miedo es él quien lo habita. Y no hay pierde. Por más perdida que parezca. Por más…





Y cuando se camina el camino del amor la plenitud es toda. Aunque duela. Aunque se llore también. Aunque nos engañen y traicionen. Aunque nos abandonen…aunque…porque nomarawat la vida regresa y Gaia me espera y cada uno tiene su pedacito de cielo en su interior y verlo y sentirlo es una decisión personal. Es vivir la vida en la presencia absoluta. Porque es lo único que realmente poseemos. La presencia divina de esto. Y quedarnos temerosos y arrinconados en la selva escondidos en un árbol viendo quien nos puede acechar no nos llevará lejos. O agazaparnos a cuidar a quien no quiere aventurarse en la belleza del camino tampoco.





Esta es la vida. Esta. Presente. Sin pasado ni futuro. Sin ataduras que nos quite la libertad. Sin el miedo que nos hace renunciar al amor absoluto y único que nos otorga el poder de ser los creadores de todo lo que vemos. Y hasta de lo que no vemos. Piénsalo y será. Cree y pasará. Confía y crearás. Pero hazlo. Sin temor. Sin dudar. Lo he hecho. Es verdad. Absoluta. Porque ese es nuestro poder. Ese es. Somos una extraña combinación de todo lo que existe. Somos una bola de fuego en nuestro interior llena de magia y misterio. Llena de energía que vemos y no vemos. Llena de posibilidades y de conexiones. Total. Todo está conectado en nosotros. Entre nosotros. Porque estamos hechos de lo mismo. Elemental. Elementos que nos componen. Tierra, aire, fuego y agua. Y un quinto que por más que cambiemos de estado siempre nos define. El movimiento. Sin él nada ocurriría. Nada.





Algunas veces recuerdo quien soy. De dónde vengo y para dónde voy. Recuerdo mi esencia. Y agradezco tener un día más para alcanzar mis sueños. Para viajar a esa tierra que no olvido y que está en mi sangre. Para caminar por estos bosques viendo hasta lo invisible. Para abrazar a mi hijo una noche cualquiera. Para amar a mi amor sobándole sus pies y masajeando su espíritu. Para levantarme como siempre a hacer esto que amo tanto. Tanto... Para una vez más cuando sale el Sol tener la oportunidad de verlo y de sentir su tibieza y poder un día más tener el chance de ser un mejor ser humano. Uno más humano. Uno que con una sonrisa cambie el día de alguien. Uno que con un abrazo le diga a esos otros que todo estará bien. Uno que apechichada pueda sonreír y saber con certeza que la felicidad así como el amor son una decisión. Y que puedo de solo pensarlo sentir como abarca todo lo que veo. Y lo que no veo...





Algunas veces…solo algunas veces dudo, pero siempre creo.





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