Usted váyase a escribir mejor que si yo la necesito la llamo



Lo logré. He hallado un espacio. Mi propio espacio en el mundo. Y sentirlo es fantástico. Porque puedo sentarme tan solo me sirvo el café. Play acá vamos. “Dorme dorme”. Y cómo seguir… para qué… y todo viene de una. Una película que se pasa en rapidísimo ante mi y me pone de frente el recuerdo último de ella. Imposible fiarme de ella. Parecería que me iba a robar todo. Pero ¿y qué me importaba? Llegué de noche. Era muy tarde. Y avancé por el corredor hacia el infinito. De mano de mi hermano tal vez y de mi hijo. No recuerdo. Y no me es importante. Solo recuerdo que era tenebroso. Era un camino oscuro hacia el vacío. Dormí de cuenta de la ciencia.





A las 4 am pasan mujeres tesas que no sé a qué horas es que duermen porque siempre las veía trabajando. Te revisan los signos vitales. Pero si a mi me dolía era el alma…Y luego uno se duerme otra vez de cuenta de la ciencia otra vez. Y a las 7 en punto te abren una puerta que solo abre desde afuera. Y te dicen “doña X” levántese para que se bañe y pueda salir a las 8 a desayunar. Y yo me quedaba casi hasta las 8 porque el sueño que sentía era brutal. Y a las 8 sonaban las puertas. Abrían todas como al tiempo. Parecían abiertas por un ángel. Porque todas sonaban clic clic clic clic clic clic clic clic y clic. Y uno sentía la libertad. Parcial. Pero libertad. Y la libertad es buena siempre así sea poquitica.





Usted váyase a escribir a ver. Y así recuerdo a esta mujer de olor extraño que me acompañó como cuatro noches contándome sus historias casi increíbles. Madre de dos. Uno en bienestar y me juró ir a luchar por esa mona. Otro con un concejal. Alcohólica y adicta que me pedía en la mesa de comedor todo. Pásame tu carne. No querés la papa. Dále dale. Metétela en cualquier parte. Entráme cigarros. Decíle a tu hermano que me saque. Decíle… Y cuando yo entraba como no podía entrarle cigarros me torturaba con su mirada. Con su cuerpo. Me hacía como decíamos muchas veces en el colegio. El fo. Y yo no sabía para donde mirar. Porque buscaba su mirada. Y ella no la aceptaba. Era mi única cercana. Estaba en mi cuarto y aunque yo soy tranquila cuando un día se secó con mi toalla creo que llegó al límite. Y un día cualquiera le dieron de alta porque ella se sentía mejor y me dejó allá metida y llevada del…





Dónde estarás hoy, me pregunto. Dónde. Qué calles te verán deambular. Cuáles para yo irte a buscar y ayudarte con tus hijos. Para que los tomes de sus manitos y no los vuelvas a soltar. Dónde…porque te quedabas leyendome. Leías De amor y lágrimas y me leíste una noche larga y me dijiste “acuéstate que yo te leo y te duermes. Confía en mi, confía en mi.” Una palabra casi imposible allí. Y menos si entras con lo que yo tenía. Donde todos estaban en tu contra. Ayer mi compa Tiz me decía pobrecita. Y si. Pobrecita. Porque pensé en muchas cosas que serían la última vez y lo fueron en ese momento. Lo fueron. Y así debería de ser. Porque así es. Las cosas que hacemos las vamos haciendo por última vez. Hasta que las volvemos a hacer si la vida nos da esa oportunidad. Y así debemos vivir. Y yo fui al turco de casa de mi madre y me dediqué todo este tiempo a estar con mis dos más amados como si fuera la última vez, porque yo creía que ya no habría más tiempo.





Pero lo ha habido gracias a Dios. Si. Dios. Ese que habita en mi interior y en tu interior. Esa fuerza suprema que todo lo puede. Esa. Ese al que sentí en mis pseudoalucinaciones y con quien tuve el placer de hablar. No todo tenía que ser malo. Viví momentos de éxtasis absurdamente bellos. Porque de eso se trataba todo esto. Y lo sentí tan de cerca y me tomó de las manos cuando más lo necesitaba y en otro momento mandó cuatro ángeles que pude ver. Así de simple. Y ellos me vieron a mí. Y no tenían alas eran terrenales. Pero a él lo sentí patentico y me dijo una que otra cosa que sé que irá llegando a mi memoria lentamente como llegan los recuerdos de aquellos pasillos llenos de dolor y de angustia. Así como también de esperanza y fe.





Usted váyase a escribir mejor que si yo la necesito la llamo. Eso dice mi madre cuando yo llego a saludar esta mañana. Qué placer sentirme en casa. Aunque no es mi casa. Cuando esté en mi casa se sentirá también delicioso. Porque mi familia perruna meneará su cola y yo caminaré descalza sobre la hojarasca de ese hermoso bosque.





Usted váyase a escribir mejor…y eso hago.

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