Disciplina

Determinación, voluntad y decisión. Eso. Eso hago para lograr mis sueños en este punto de mi vida.

Determinación, voluntad y decisión son lo que requiero para rehacer mi vida nuevamente desde el punto en donde la dejé. Y no estoy hablando de hace unos meses. Sino desde más allá. Mucho más allá. Porque siempre estuve decidida a escribir y la vida me fue llevando por los lugares por donde quería ir y por donde no quería también, de cuenta de mis decisiones y de las decisiones que nos exige la sociedad. Correctas o incorrectas, me llevaron a la vida que tengo y que tuve. Y aunque en ambos lugares vivo rodeada del verde que amo tanto, en el verde tropical me siento más en casa.

Voluntad y decisión necesito para conseguir mis sueños. Al menos hoy uno vital para mi. Uno vital para que esta posibilidad de escribir lo que siento no quede diezmada por esa realidad que nos agobia a todos, la sobrevivencia. Para que ese pedacito de cielo en la tierra no tenga que esperar más por mi regreso ni yo por habitarlo. Por estar abrazada en la selva por los cantos de todas esas especies que parecen embriagarme cada vez que llego. O por el canto de las ballenas con quienes sueño todo el año. Como en un vínculo extraño y a la a vez misterioso.

Decisión. Eso. Decisión. Qué difícil es cuando toca a tantos seres que amas. A tantos. Qué difícil se hace ser grandes y tener que ser responsables hasta de que tus decisiones afecten a otros. Especialmente a los más cercanos. Porque la ventana que quiero ver ya sé cuál es. Ya sé dónde es. Y entonces toca empezar a calentar mi corazón para ir cogiendo fuerzas para habitar donde el corazón me dice que es mi lugar. Donde es mi próxima estación. Donde me queda más fácil recogerme y rehacerme. Donde es que mi ombligo llega completamente a su centro.

Disciplina, determinación, voluntad, decisión son cuatro palabras que empezando mi vuelta cincuenta son fáciles. Pero no tan fáciles a la hora del té. Porque allá no será té propiamente. Sino agüita de coco y la simplicidad absoluta. Una Gaia en donde un piso y un hermoso techo blanco me esperan y yo me siento feliz y llena de esperanza y de amor y de ilusión. Eso. Ilusión. Porque quiero encontrar la posibilidad de poder aportarle a muchos sin importar donde abra mis ojos al despertar. Donde pueda caminar un paso y sentir la tibieza de la arena debajo de mis pies. Donde pueda sin temor pero con amor sentir la dulzura de las cascadas de agua que brotan por doquier en ese paraíso. Donde pueda oler ese mar pacífico que trae infinidad de especies en una abundancia hasta absurda. Perseguiré güachorros. Perseguiré kakiris. Y los cangrejitos naranjados serán esos compañeros de la noche.

Determinación, voluntad y decisión son esas cosas aparentemente fáciles pero difíciles. Porque al parecer vivimos en un estado en el que nuestros sueños tienen que ser pospuestos hasta que nos merezcamos las cosas. Pero y si, ¿ya siento que merezco todo eso? merezco toda la paz que pueda darme. Todo la felicidad y la dicha posible. Todo es todo. Merezco que las ballenas vengan a cantar cerca de mi y que yo las pueda ver al despertar. Merezco que la lluvia venteada llegue de repente y me roce tibiamente y con furia también. Merezco que ese mar no tan pacífico me acune y me lleve a otros lugares inesperados y me regale esos amaneceres y atardeceres que solo allí he visto. Me merezco eso y más.

Voluntad y decisión qué difícil se hace. Qué inexplicable cuando ha llegado el tiempo. Qué placer sentirlas tan cerca de tu piel. Tan adentro de tu alma. Tan fáciles de pronunciar pero tan difíciles de seguir. De vivirlas desde adentro. Tan imposible cuando implica tu vida y la de quienes amas. Tan duro quizá cuando implica que te salgas aún más de la rayita de la que ya estás salida de tu sociedad.

Decisión. Tomada. Porque aunque es lo más difícil es lo más fácil cuando solo pensarlo me da tanta ilusión de regresar…tanta.