Miedo



Ese nos hace cometer muchas locuras. Pero también nos mantiene caminando derechito por entre la cultura en la que hallamos nacido y lo que se va consolidando en nosotros como lo que estamos destinados a hacer. Como ese sentimiento que llevamos adentro y que nos hace latir bien fuerte el corazón cuando lo hacemos. Como ahora. Ese que nos hace sentir cuando el corazón se va a salir de nuestro cuerpo. Como ahora.





Miedo. Ese que nos paraliza porque no sabemos si lo que estamos pensando, diciendo y haciendo es lo correcto para nosotros y para los que amamos. Tomo mi café. Pienso en mi hijo. ¿Qué será lo correcto para él que yo haga de mi vida? ¿Cómo preferirán sus ángeles que yo actúe? ¡Qué misterio! Qué mágico parece todo y qué fuerte que mis decisiones afecten la vida de otros. Porque el destino está delicadamente conectado y entonces cuando yo tomo una decisión depende de eso el resto.





Miedo. Pero en cambio debemos aferrarnos al amor. Tenerlo como guía. Como compañero. Para que no se nos pegue el miedo y no nos permita hacer lo que más queremos. Así lo que más queremos implique un poco de todo. Y exija tanto de uno para poderlo hacer. Tantos cambios. Tantos…hasta que duelen. Hasta que uno piensa que no podrá y que es demasiado porque en especial los hijos merecen y merecemos que nuestras decisiones sean las correctas. Sean las que los llevaran a ellos también por ese camino que uno espera que caminen. Por el camino del bien. De la bondad. De la voluntad. De la paz. De la ilusión. De los sueños. De la determinación. Así como por la del arte. De la creación. De creer que creando es que se crea ese mundo que lo rodea a uno. Porque es verdad. Creamos nuestro mundo.





Miedo. Muchas veces aterrador. De no poder lograr lo que vinimos a hacer. Porque si no lo hacemos tenemos que volver a repetir y no quiero volver a repetir. Quiero lograr desprenderme de lo que sea necesario para sentarme en esa ventanita desde la cual podré lograr tantas cosas. Tantas… para que mis deseos se cumplan y los de mi hijo.





Miedo. ¿Cómo alejarlo? ¿Cómo alejarte? Yo abro mis brazos como abrazándote. Para abrazarte y que sepas que no te tengo miedo. Pero que no te quiero cerca. Me has ocasionado muchas pérdidas. Y casi ninguna ganancia. He perdido más que ganado. He retrocedido más que avanzado cuando te me cruzas en el camino. He dejado de hacer mas que hecho cuando te asomas por mi ventana. Y debo dejarte partir para poder hacer lo correcto. Lo sabemos. Lo sabes.





Miedo. Permíteme soltarme de ti para prosperar. Para verte eventualmente pero no siempre. Para recordarte pero de vez en cuando. Para llamarte pero casi nunca. Para rodearme de ti pero cuando sea extremadamente necesario que espero que sea casi nunca. Porque cuando has llegado a mi vida te has querido instalar y no es permitido. Porque el amor te supera. Tú estas de frente a él y lo prefiero a él. Con él he logrado más cosas que contigo y eso ya es suficiente.





Amor. En vez de miedo. Amor en vez de odio. Amor en vez de desesperanza. Amor en vez de casi todo. Porque el amor lo supera todo y nos lleva allí donde queremos ir. A donde queremos llegar. A ese lugar que nos pertenece y el cual estamos destinados a ver en esta vida sin dudarlo. Quiero verte ventanita azul. Quiero llegar a ti mar. Quiero…





Amor en vez de ti miedo. Aléjate de mi y de todos aquellos que estén soñando con un mundo mejor pero que contigo miedo nos castigan a todos y nos hacen perder la paz.





Miedo. A dónde irás…busca el amor. El te dirá a dónde debes ir para que no regreses nunca más…y hasta te enamores del amor…





Miedo…

Like this story?
Join World Pulse now to read more inspiring stories and connect with women speaking out across the globe!
Leave a supportive comment to encourage this author
Tell your own story
Explore more stories on topics you care about