Uno litereralmente queda adormecido



Uno literalmente queda adormecido







De cuenta del bochorno. Si Maqroll hubiera pasado por aquí su autor no hubiera podido ni escribir una sola palabra sobre él. A duras penas podemos todos movernos cuando este delicioso y preciso clima para mi cuerpo me roza la piel. Es el sofoco. Mágico. Tibio como ayer. Un poco más hoy. Porque lloverá en la tarde. Pero estoy a 25 pasos de mi mar. Va y viene. Y si el supiera cuánto lo extraño, no se iría ni un segundo.



Uno literalmente queda adormecido en las noches cuando con su arrullo el mar no se detiene. Y lo amo tanto como el placer de mecerme en mi hamaca y permitir que el vientecito se cuele por alguna parte. Y yo entre despierta y dormida me preguntara. ¿Qué fue lo que a mi me paso que amo tanto esta vida? ¿Mi vida? ¿La que fue por tantos años y que hoy puedo vivir sin temor porque ya he llegado?





Uno literalmente queda adormecido porque quienes hablan cerca no paran de contar historias maravillosas de los otros. No lo hacen con maldad pero todo se sabe. Pueblo chiquito… Y fue así como me enteré de que yo disque andaba loca sin ropa por la calles de Medellín y todos ayer al verme simplemente sonrieron.





Uno literalmente queda adormecido y yo de tocar mis teclas mientras esta humedad me hace creer que me voy a estallar decido dar mejor esos 25 pasos antes de continuar.





Porque el placer de la mar es total. Único. Irrepetible. En su horizonte más resoplidos me dejan saber que están cerca. Que la tibieza del agua también les gusta a ellas. Un kayac me espera para salir a navegar sin prisa. Sin pausa. Porque aquí la vida es una vaivén delicioso del que no quiero partir.





Uno literalmente queda adormecido…

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