Be the change you wanna see in the world



This is an essay that I've written in Spanish about the Olympics, it's values and the anti-dopping. The Games are a proof that we can live in a better world and that it is possible to make a change in society, that we are able to achieve great things. The environment that is lived during the Games is full of passion and diversity, so why can't we live like this for more than two weeks? So here it goes:



¡Cómo puede ser que algo que haya nacido nada menos que 2700 años atrás en Olimpia, siga transmitiendo y siendo uno de los valores más fuertes de toda la humanidad! Porque la pasión vive allí.
OLIMPÍADAS. Qué apasionante es simplemente nombrarlas, y más aún, es ver y sentir cómo impactan en la sociedad. Son la combinación perfecta de todo lo que se necesita para creer que podemos vivir en un mundo mejor. Todos los que se motivan, actúan y siguen el ejemplo de los valores de esta gran convocatoria entienden a Gandhi al decir:



“SÉ EL CAMBIO QUE QUIERES VER EN EL MUNDO”.


Y ese cambio empieza por la excelencia. Sí, por medio de la excelencia uno es capaz de demostrar que se es un guerrero simplemente por animarse, y así se gana, así se superan los obstáculos, enfrentándolos. Es emocionante ver los rostros de los atletas con sus expresiones de temor pero que luego de un profundo suspiro y un “se puede”, verlos listos para la batalla. El lema de los Primeros Juegos Olímpicos Internacionales de Atenas describen todo esto en tan sólo unas pocas palabras: "Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien". Sí, luchar bien, jugar limpio, respetar a los demás y respetarse a uno mismo. Es lamentable ver a algunos atletas, esos afortunados testigos de la pasión que representan los Juegos, recurrir a los químicos para “ganar”. Aquí es donde el término “ganar” es corrompido, deshonrado. Ganar es animarse, enfrentarse, participar, pero de una manera ética, justa, respetuosa y limpia. No es honorable olvidarse del fair play, porque sin esto, no se está siquiera transmitiendo lo que las Olimpíadas representan. Esa sensación de superación personal y de ser consciente de que luego de perseverar, uno fue capaz de alcanzar la gloria y una victoria merecida, jamás podrá ser propia de esas almas anti-éticas que por medio del dopaje aparentan ser ganadores. Si bien hay diversos factores que los llevan a cometer estos actos, y la presión es una de las mayores influencias que lleva a varios deportistas a actuar así, da pena porque los juegos son época de disfrute y de alegría y no hay mejor sentimiento que el de saber que somos capaces de lograr grandes cosas si nos lo proponemos, siempre siendo perseverantes porque, al fin y al cabo, una de las virtudes más importantes de los seres humanos es la perseverancia, pues la vida depende de eso. Si, la excelencia implica perseverar.



La amistad es otro gran valor que representan los Juegos. Es fundamental aprender a ser tolerantes con el que tenemos al lado, ya que nadie es mejor o peor, somos todos iguales y valiosos, pero el poder que ejercen algunos sobre otros hace creer que esto no sea cierto. Sin embargo, a pesar de que a veces se vea cada vez más al ser humano como a una especie violenta, en el fondo somos una especie pacífica, y eso se puede corroborar en muchas de nuestras vidas diarias, o en plena época de Olimpíadas. Desde sus comienzos, cuando estos se llevaban a cabo, se proclamaba la paz olímpica, haciendo que cesaran las guerras para que todos pudiesen disfrutar de los juegos, olvidándose de las diferencias. Los Juegos Olímpicos producen un impacto en la humanidad imposible de describir. Tantas naciones unidas, tantas culturas y creencias diferentes en armonía, todos juntos por una pasión común: el deporte. Pero además del deporte, nos une la esperanza, la esperanza de que podemos progresar como sociedad y de que se está transmitiendo uno de los mensajes más fuertes para la humanidad: el de la paz mundial.



Olimpíadas, además, también debería ser sinónimo de respeto, respeto por uno mismo, por los demás y por el medio ambiente. Desafortunadamente, este valor ha sido bastante olvidado y muchas veces ni siquiera somos capaces de respetar nuestro propio cuerpo. Lo sobre-exigimos permanentemente, lo sometemos a los protocolos enfermizos de la sociedad, lo convertimos en una delgada capa que apenas llega a cubrir nuestros huesos, y decimos que eso es “belleza”. Belleza es salud, es sentirse bien con uno mismo y respetarse, conocer nuestras limitaciones. Limitaciones que también son olvidadas cuando se recurre a algún químico para mejorar la performance, cuando un test de doping da positivo. No hay razón alguna para avergonzarnos de nuestros límites, hay que seguir perseverando, entrenando e intentando, y entonces sí, eso es ganar.



El respeto que se ve y se siente durante la época de los Juegos Olímpicos, en la gran mayoría de los casos, es maravilloso, y nos hace preguntarnos y cuestionarnos por qué ese clima no puede perdurar para la eternidad en vez de sólo dos semanas, y cuántas guerras, genocidios, transgresión de leyes y otras catástrofes humanas y no tan humanas podrían haber sido evitadas. De hecho, la relación del hombre con el medio ambiente está en estado crítico, estamos destruyendo nuestro propio futuro, nuestros cimientos. Deberíamos agradecer la fuente de recursos que la naturaleza nos ofrece, y lo extraordinaria, sorprendente y misteriosa que es. Pero estamos actuando desde una perspectiva en la que nos olvidamos de medir las consecuencias de nuestras propias acciones. Deberíamos ser más respetuosos y generosos con la Madre Tierra, pero si ni siquiera lo somos con nosotros mismos, ¿cómo lo vamos a ser con el medio ambiente? Pero, en las Olimpíadas, por ejemplo, demostramos que somos capaces de lograr cosas extraordinarias, que podemos hacer grandes cambios, que podemos hacer mucho bien. Los Juegos son parte de nuestra historia, y permanentemente nos llaman a reflexionar y a pensar que se puede cambiar, que podemos vivir en un mundo mejor. Si tan sólo esto no durara dos semanas…



Pero aunque sea por dos semanas, lo asombroso de los Juegos Olímpicos, es que sin importar de dónde provengamos, de nuestro color de piel, de nuestras ideologías políticas, religiosas o de nuestra situación económica, es que tienen ese poder y esa magia de unirnos, olvidándonos de las desigualdades y recordándonos de que somos todos seres humanos, todos pertenecientes a una misma raza, una ya poderosa, racional, que ha evolucionado y se ha mantenido a través de los años, como las Olimpíadas. Y acá estoy yo, utilizando la literatura como medio de expresión para transmitir mis ideas, animándome. Cambiar la situación social en la que estamos no es nada fácil, y por medio de unas Olimpíadas cada cuatro años no es posible. Por eso no se respira ese clima olímpico a diario, porque hay que hacer un cambio desde la educación, hay que solucionar los problemas de raíz, y la raíz, es la educación misma. Deberíamos gastar más energía en fomentar la paz y la amistad en el mundo, por medio de la tolerancia, la perseverancia, el respeto y la empatía. Los Juegos, por medio de sus valores olímpicos nos demuestran una y otra vez que esto es posible; seamos el cambio que queremos ver en el mundo, convirtámonos en ganadores. Por más que dos semanas.

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