Sin servicio, sin red, sin conexión



Aunque para mi dura­nte estos días esas palabras suenan maravillosas, se por experiencia propia también, lo que significan especialmente cuando uno tiene una emergencia vital.





Esta es mi casa, sin duda alguna. Me veo en cada color, en cada casa, en las letras de sus nombres, en las orquídeas de los árboles, en cada piedra que recorrió mi hijo por los caminos. En estos pueblos me siento como en ningún otro, los recorro serena y cada sonrisa me es familiar. Amo este C­­­hocó. Con toda mi fuerza. Podría quedarme sin volver jamás a esos otros poblados a los que ya no pertenezco. No quiero ser de allá. No porque me engañan, excusando todo en un sistema que de funcionar sería para mejorar la calidad de vida de todos y no para enredarnos.





Sin servicio, sin red, sin conexión tres palabras que en este siglo parecen cambiarlo todo. ¿Qué estará sucediendo en este preciso instante mientras a lo lejos una salamanqueja canta avisándole a alguna otra que va en camino? O ¿mientras el mar en su ciclo interminable va y viene, va y viene y mi arrulla sin cesar? Las ranas croan los grillos cantan y yo con mi toldillo cerrado siento la felicidad que nadie siente, la alegría que me embarga y la paz que no consigo sino acá.





Sin servicio, sin red, sin conexión qué maravilla! hasta que vi el chico con su cabeza reventada, o a aquella señora afro sufriendo de algo que nadie sabe qué es. Este parecería que no es mi país. Pero es este más mi país que en el que pocos creen vivir. Es absurdo que en un país rural quienes estén desarrollándolo aún piensen solo en los tipos de ciudades que ya en ninguna parte del mundo quieren tener. No es así. No y no. Definitivamente no. ¿Es que no ven que no nos funciona? Es de otra forma. Aprendamos de los que ya fueron y ya vienen otra vez. No es tumbando todo, ni destruyéndolo, ni acabándolo, ni con guerra, ni a las malas. Es pensándolo. De verdad. Para su gente, sus especies, sus recursos.





Sin servicio, sin red, sin conexión tampoco es. Es con servicio, en red y conectados. Para lo importante, para lo vital. La salud por ejemplo es esa riqueza que mientras hoy caminaba por la pndose de nosotros mismos. si que s, ies, sus recursos. que inclusive a veces siento que corre por mis venas. Te vi desde niña y laya y veía a esos cinco emberás deambulando con un poco de nylon podía saber que escaseaba en sus vidas. Sus rostros para ser tan jóvenes, dejaban ver el cansancio de hombres ya mayores que han lidiado con todo, han tenido que tumbar, destruir, acabar y pelear a las malas una guerra que no es suya.





Sin servicio, sin red, sin conexión no llegaremos lejos porque acá donde realmente si se necesita no existe por puro olvido, negligencia, abandono, desidia, y por una ceguera absoleta de ser lo que no somos. No somos otros, somos estos y deberíamos de mirar nuestras riquezas para reconocerlas y exaltarlas y no para venderlas y regalarlas. No iremos lejos mientras el egoísmo de nuestros gobernantes y la corrupción de ellos prime sobre los intereses comunes de un estado que ha vivido aislando en vez de conectando, dividiendo en vez de crear redes y casi burlándose de nosotros mismos. Sin servicio, sin red y sin conexión no va más.

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