Hoy no sé cómo empezar a escribir

Hoy no sé cómo empezar a escribir

Pero afuera hay un silencio especial. Es el silencio de un bosque en la mañana. Todo es quieto. Todo espera. Todo es vida. Apenas se levantan quienes en él viven y muchas especies nocturnas apenas regresan. Yo obligada a dormir ocho horas me levanto a las siete. Es raro en mí pero lo asumo como parte de los nuevos hábitos y no casualmente me enviaron un video sobre los hábitos de la resilencia: pedir ayuda, tener un alto concepto, tener sentido del humor, creer en ti mismo, tener voluntad y objetividad.

Hoy no sé cómo empezar a escribir pero no puedo evitar la delicia de tocar mi teclado. De escuchar a Ludovico, de tomarme mi cafecito. De sonreírle a la vida aún cuando es imperfecta. De pensar en mi futuro cuando el futuro es hoy. De reconocerme, de reconocer a los otros y de saber con más claridad que nunca qué es lo que deseo y cómo lo haré. Así le duela a otros porque esta vida es mía y de nadie más. Y por lo tanto me toca responsabilizarme de la realidad de que para hacer lo qué más deseo debo de hacer muchas otras cosas para lograrlo. Pero no tengo pierde. Escribir es mi destino y lo tengo como el norte más claro que jamás haya tenido. Más claro imposible.

Hoy no sé cómo empezar a escribir y entonces vienen a mi memoria recuerdos de cosas inesperadamente. Recuerdo mi infancia y esos amigos imborrables que permanecen como tú Nani, Yolanda, Fabio, Nandito, Fito, Paul, Iván, y tú Armando que con tu cabellera blanca me acordaste hace poco que hemos crecido. O recuerdo a Cata García, Mari Londoño y ese game set de las novias de Juan David Cuartas que tanto nos hizo reír porque crecíamos en medio de tantas historias. Y recuerdo también las siguientes historias que me definen y aunque hace poco me cuestionara cómo hubiera sido mi vida si… siempre llegué a la conclusión de que si volviera a repetir escogería la misma vida porque esa me llevaría a tomar de las manitos a aquel principito que salió de mi vientre y que se fue convirtiendo en el ser humano más sensible que conozco.

Hoy no sé cómo empezar a escribir pero empiezo y recuerdo y siento y escucho y soy tan feliz como siempre lo he sido y me reconozco y me abrazo y puedo ver la belleza de lo que me rodea y lo abrumador de este bosque silencioso que hay veces me habla. Y veo mi hamaca y siento el placer de levantarme de ella sin que nada me duela y puedo comprender que estoy a salvo. Que pasé por una de las pruebas más duras de mi vida: estar atrapada en mi propio cuerpo. Cada uno tiene su propia versión. Inventa o contada. Yo tengo la mía. Los médicos otra. Mi hermano una. Mi madre otra. Mi hijo una muy cercana. Mis amigos distintas. Y yo feliz de escucharlos a todos porque me gozo esta nueva vida. Porque es una nueva oportunidad. Recuerden no recuerdo todo. Así es que es una nueva oportunidad con más espacio en el disco duro para llenarlo con lo más hermoso. Porque los hábitos de la resiliencia son más. Podrían ser cien. O mil. Pero todos ellos positivos.

Hoy no sé cómo empezar a escribir pero solo dejo que mi cerebro vaya procesando la información que necesita para dejarles saber a ustedes que aunque hoy no sé cómo empezar a escribir quiero sentirme cercana a mi hábito de escribir y sentirme cercana a ustedes que me leen. Quiero no perder esa conexión que nos une y que me une inclusive a personas que ni conozco porque es un verdadero privilegio el tener este don que me dieron seguro antes de partir del cielo. ¿Cómo nos darán los dones? Yo feliz de que a mi me hayan dado este y otro más. La sensibilidad por capturar instantes con la luz.

Hoy no sé cómo empezar a escribir pero eso no importa. Ya me da igual. Simplemente empiezo y dejo que la música me seduzca y haga lo suyo. Toca mi corazón y escucho con tanto gozo lo que escucho que hace un click en mi espíritu y es él el que comienza hoy este escrito.

Hoy no sé cómo empezar a escribir…pero lo hago. Con voluntad porque creo en mi.