Una nueva humanidad



Ya estaba aquí y yo no la podía ver. No la quería ver. Me era imposible. Siento más de la cuenta. Siento desde mi piel. Siento con todos mis sentidos y muchos más. Y verla, en medio de tanto cemento, sin árboles y con gente que aún no se sube a la corriente del amor, me hace perder mi norte. Mi brújula interna se enloquece. Porque todos tenemos una brújula interna. Una que siempre nos dice qué es lo correcto y qué no. Esa que perdimos y que se llama “intuición”.



Una nueva humanidad ya estaba aquí y apenas ayer la pude sentir de cerca, abrazarla, permitirme el placer de que con cada uno de sus abrazos yo volviera a nacer. Me desgarraba por dentro, me fundía con ellas, quería ser ellas…pero no, soy ésta. Ésta otra. Esta que siente más de la cuenta y al escucharte Ludovico me robas el aliento. Me llegan todas las sensaciones juntas con tu música Ludovico. Tocas como los Dioses. No puedo resistirme hoy decirte que te robas cada una de mis lágrimas, me has hecho sentir lo que ningún otro músico haya hecho alguna otra vez con mi espíritu. Donde quieras que estés te abrazo.



Una nueva humanidad, en donde estás también Alessia Todo, pequeña mujer italiana que cantas como los ángeles celestiales. Que me transmites con todo tu amor, esa felicidad que veo que eres. Ese amor. Esa dulzura. Ese silencio, y ese dolor que todos llevamos por dentro. Esas nubes blancas que van con nosotros por todas partes a dónde quiera que vayamos. Porque a dónde vamos siempre llevamos con nosotros lo que somos, a cada instante, en todo momento. En esos únicos e irrepetibles instantes que al final, son nuestra mayor riqueza.



Porque como dice Pepe Mujica “no compramos lo que compramos con plata, lo compramos con tiempo; con el tiempo, que invertimos para conseguir la plata con la que compramos las cosas”, que para acabar de ajustar no necesitamos, o peor aún guardamos en cajones por ahí, en donde como en Toy Story, hasta los juguetes se quedan encerrados sin sentir el placer de hacer lo que deben hacer, eso para lo que fueron pensados y diseñados. Y se quedan en armarios toda su vida, esperando por ser abrazados, usados, ensuciados, gastados.



Una nueva humanidad ya estaba aquí. Ya está aquí. Somos todos los que hoy pisamos la Tierra con nuestros pies limpios y nuestro amor puro e intacto por la naturaleza que somos, porque somos animal y vegetal, y somos cosa y somos todo en uno. Somos la unidad, somos hijo de ese Dios, del tuyo, del que tú creas porque pueden haber miles de religiones y un solo Dios verdadero. Son todos el mismo Dios. Una energía poderosa y viva que late con toda su fuerza cuando nos sentimos perdidos y sin esperanza. Una energía que nos hace hacer cosas increíbles y hasta más.



Somos luz y también paz. Bendita Paz que te nos haces tan esquiva…no seas un gnomo escondido. Sal de donde estás. Muéstranos el camino. Ilumínate más, para que todos podamos verte en todas partes. En esa flor, en mis manos tocando este teclado, en las dulces manos de quien nos da un abrazo o un masaje un día cualquiera, en cualquier parte, como el que me dieron ayer, mujer pequeña venezolana, de apellido Flores. Nada más y nada menos, como María. Sí, María Flores; esa mujer que bajo en mis sueños para que le diera vida con esas hermosas tiendas que puedo ver tan claramente en mi mente, pero que ya en el mundo de los mortales me ha costado mil y una lágrima más. Como en las Mil y una Noches, en donde se me aparecen y desaparecen, los genios, y las brujas y las hadas y los duendes.



Una nueva humanidad ya estaba aquí y yo no la había visto, así como tampoco había visto la belleza de aquel camino que me mostró la hermosura de la tierra del suelo antioqueño, al que ya amaba con locura, al que ya le había entregado mi alma desde nacer para que juntos hiciéramos cosas maravillosas, cosas grandes, “cosas no para machos, sino para muchos.”



Una nueva humanidad ya somos todos, porque tenemos el privilegio de verla, de sentir desde adentro que tanta espera valió la pena, que depende es de cada uno de nosotros cambiar para que cambie el mundo…ante ella me inclino y doy las gracias. Gracias, gracias y gracias, seres de luz que están aquí y en todas partes, en esta galaxia, en este universo y en todos los universos y galaxias. Namasté. *



La etimología de la palabra Namaste revela que son dos las raíces que integran el término. La primera de ellas, namas, es un sustantivo neutro que significa algo así como ‘saludo’, ‘reverencia’ o ‘cortesía’, y es una partícula derivada de la raíz nam, cuyo significado es: ‘inclinarse’ o ‘reverenciar’.



La segunda raíz de Namaste está constituida por el pronombre te, que es la segunda persona del singular del complemento indirecto: “a ti”. Por esta razón, una traducción exacta, etimológicamente hablando, de Namaste podría ser: “te saludo”, o “me inclino ante ti.”

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