Aún puedo recordar la ventana y la tibieza de aquel día



Y quisiera atraparla por siempre. Y quisiera que aún en mis mejores y peores días pudiera recordar ese preciso instante en el que desde la distancia él me meneaba su mano y yo inocente la meneaba con mi mejor sonrisa con la certeza de que pronto los vería. Aún puedo recordar la tibieza de aquel día. De ese que cambió para siempre la existencia de mi espíritu. Del de mi madre, de mi hermano, de sus hijos, de mi hijo…. Era un sábado y fue la última vez que pude verte. Y en aquel entonces muchas noches estiré mis manitos aún de una adolescente para tocarte, para sentirte…para tener la certeza de qué seguías allí. Allí donde ya no te podía ver ni abrazar ni sentir…allí donde habitas desde entonces y desde donde regresas muchas noches y muchas madrugadas como esta en la que vienes y en un instante me regalas el placer de recordarte y de sentirte y de tocarte y de casi verte… ¿Sabes? Hemos crecido. Mis manos se han estirado y ahora te toco por doquier. Y aunque mis lágrimas rueden por mis mejillas, cierro mis ojos y allí estás..intacto. Con tu ruana, tu tiple, tu mujer amada, de quien hoy entiendo por qué te enamoraste…me ha tomado muchos años comprenderla, entenderla, pero ¿y qué podía yo tratar de comprender de una mujer que perdió en un solo segundo su más preciado tesoro? Cómo podía yo siquiera imaginarme a mis 15 años lo que era el verdadero amor así lo viera de frente y cada día? Ni a los 16 ni a los 17 ni a los 20 ni a los 30… Te fuiste dejando un vacío inmenso. Uno profundo. Uno triste. Y mi madre te extrañó tantas noches…y yo te invoqué tantas otras…y mi hermano padeció las inclemencias de asumir el rol de un paterno que apenas salía de su adolescencia…y aunque lo asumió…por muchos años así como yo, teme la partida de sus seres amados…te fuiste tan de repente!!que nuestros espíritus quedaron perdidos y sin sosiego buscándote en cada libro, en cada esquina, en tu reloj, tu pluma, tu guitarra, tu arpa…y como no te pudimos encontrar fuimos creciendo con el vacío que solo puede dejar un ser como tu. Y en ese vacío hubo días en que continuar era casi imposible. Hubo días en que levantarse era casi incorrecto. Hubo días en que ninguno de los tres sabía ni siquiera cómo hacer para entender. Y aunque no entendimos y nos perdimos y nos encontramos y fuimos y volvimos y estuvimos y llegamos y partimos, nos quedamos esperándote en esa estación a la que nunca pudiste llegar…y hoy tomados de la mano, podemos mirarnos compasiva y amorosamente y saber cuanto perdimos…pero también cuánto ganamos. Estas en nuestra memoria, en nuestros recuerdos, mi madre aún habla de ti como si fuera ayer, me compara contigo!!!!y seguro lo harán con David mi sobrino hermoso que es un retrato de ti y de mi. Y Julian, Nicolás y Tomás llevan esa música en la piel como ese tatuaje imborrable que los acompañará para darles siempre y como hasta ahora les ha dado, ese placer de sacar de su corazón eso que sienten, eso que los define y eso que llevan escrito en su alma como la poesía y las palabras que salen de mi corazón cuando pienso y siento a cada instante... Dejaste tu sonrisa intacta, tu libro de poemas, tu gorrito verde..que hoy puedo comprender que tal vez era de un gnomo. De ese de los bosques que nos mostraste. Y del cual tal vez saliste y al cual tal vez regresaste. Y te he buscado. Quizá mi vida al final ha sido esa búsqueda por hallarte en todo lo que me dijiste que existía… Aún puedo recordar la tibieza de aquel día y mi espíritu se ilumina de solo pensarte y solo puedo pensar en agradecerte por haber sembrado en mi madre esa semilla que nos daría la vida a mi y a mi hermano. Y tan solo puedo agradecerte por habernos tomado de la mano para llevarnos a los lugares más inhóspitos, para mostrarnos esa belleza que aún permanece en ellos. Tan solo puedo agradecerte por haber escogido a mi madre como tu mujer porque era ella la precisa para que nosotros existiéramos y fuéramos estos que somos. Era la precisa y la mejor…y te ha extrañado…y nos dio lo mejor de ella aún en sus días más duros. Y es una mujer de antes que hoy usa todos los recursos de este tiempo como ninguna para estar cerca de todos. Y es una mujer hermosa....con quien he tenido el privilegio de convertirme en quien soy. Y cuando duermo a su lado y le sobo su hombro y la escucho aunque ella hoy pueda escuchar menos, sé con absoluta certeza que es la mejor mujer del mundo…porque es mi madre. Y este escrito es para ella. Porque aquel día tibio y a través de esa ventana yo los veía meneándome la mano y despidiéndose y quería atrapar el instante. Y tu me decías adiós para siempre. Y entonces por muchos años tratando de entender la perdí y me perdió. Durante muchos años ni siquiera la reconocí y la vi. Y creo que ella tampoco. Soy tan parecida a ti padre!! que tu ausencia borró mi existencia…y quede sumergida en un lugar que se parece al limbo. Y mis escritos le hablan a ella de ti, y mi casa es ese refugio que me mostraron en algún cuento y este bosque es la casa de esos gnomos en quienes nos habíamos convertido cuando en una sociedad caótica ustedes nos mostraban un mundo mejor. He hablado tanto de ti en mi vida que nunca hablé de ella. Y ella siempre estuvo ahí…así como aquel día que en medio de mi más profundo dolor y sin poderme parar me repitió: hija, tu padre ha muerto pero yo aún estoy viva…. Aún puedo recordar la tibieza de aquel día en esta madrugada fría de invierno. Y solo puedo agradecerte madre por haber resistido. Por haber sido esa fuerza invisible que nos mantuvo vivos cuando pensábamos que habíamos muerto. Hace poco me dijeron que yo tenía mucho coraje, que era muy fuerte y valiente. Y hoy sé de quien lo heredé…así es que GRACIAS por lo que me diste y me das. Y por lo que no me das también…porque eso, me ha hecho ser esta que te ama y ama todo lo que ve. Recuerdo la ventana…y a través de ella te veo y me veo y me reconozco y hoy, me reconocen…y viendo a esa mujer en ese camino los veo a ustedes a través de mi ventana.

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